Segundo Período

CRÓNICA DE VIAJE

 

Crónica de viaje

Miércoles 4 de Junio, un día de colegio

 

Parecía un día normal, pero me bastó con levantarme de la cama para notar que el ambiente estaba rodeado de un gran frío. Me dirigí a la sala y me asomé por la ventana, fue entonces cuando noté que este sería un día igual a la mayoría de días que han transcurrido hasta ahora, grises, solos, tristes, aburridos, y por supuesto llenos de tareas en las que lo único que importa es la nota.

Realicé todos mis deberes habituales, me bañé y como siempre, salí tarde, por este motivo no tuve tiempo para peinarme ni para tender mi cama, el desayuno que recibí fue más o menos vago: ¿cereal? sí, muy rico, pero había al lado de mi taza una gran jarrada de leche, de insípida, aburrida y maluca leche. Pero el hecho de que esta no me gustara no me impidió tomármela, pues sabía que en el colegio una gran hambre podía atacarme. Cuando fueron más o menos las 6:16 am ya estaba lista, cosa que se me hizo extraña ya que en este día en especial me había levantado tarde, y habitualmente, aunque madrugando más, no terminaba de arreglarme tan temprano.

Me dirigí a la alcoba de mis padres, le di a mi mamá un beso y un abrazo fuerte, ya que por las carreras con mi padre y mi hermano no pude hacer lo mismo.

Salí de casa y ya estaba mi primo Samuel esperándome, comenzamos a caminar y mientras íbamos a tomar el bus escolar tuvimos tiempo de reírnos bastante y chismosear un rato. Cuando llegamos abajo apenas Camila, Valentina, Kira y Doña Liliana llegaban al sentadero, pero como en la mayoría de los casos, las palabras no pasaron más allá de un   –Hola -¿Bien? –Sí.

Vi llegar el bus y de repente sentí que el corazón me latía más rápido, me monté, saludé a Nany y luego a Mateo, me senté a su lado, hablamos, nos reímos y en el camino al colegio, como gran parte de las veces sucede, nos dijimos algunas cosas muy feas, pero aun así, graciosas. Me dediqué a mirar a través de la ventana, y aunque todavía hacía frío, las cosas se veían radiantes y las personas felices, las casas daban la impresión de estar calmadas, y la gente en paz, tal vez durmiendo. Cuando ya había transcurrido gran parte del camino decidí ignorar el exterior y tomé mi celular para jugar Pet Rescue, me cegué totalmente al mundo, pero seguí hablando con Mateo, ahora comentábamos el juego.  Me tardó poco tiempo notar que ya habíamos llegado a nuestro destino, “la cárcel” como algunos lo llaman, o lo que simplemente veo yo, un espacio gris en el que aprendo, río, lloro, comparto con las personas que me rodean y de alguna forma me aportan algo en el diario vivir. Me puse de pie, le eché mano a mi bolso y al bajar me despedí de Nany; seguí caminando y me puse a detallar algunos aspectos que se encontraban en la entrada de la institución, vi el letrero, pero no sé si me llamó más la atención la bonita letra con la que decía I. E. COLEGIO LOYOLA, o la fea forma en que por encima escribieron “Saúl pirobos verde”. Entré y obviamente el olor a popó de paloma me “cautivó” y me llevó a hacer algunos gestos raros. Levanté mi mirada y al fondo pude ver las montañas, algunas nubes y la niebla que había llenado el día de frío y sueños muertos.

Llegué al salón y la primera clase fue inglés, todo estuvo genial, realmente quería estar allí, quería aprender, compartir y empaparme de lo que amo, quería estar con mis 3 niñas y también quería dar en clase lo mejor de mí. Como ocurre casi siempre Mike habló, habló mucho, pero no nos hizo dormir, luego nos entregó las evaluaciones que días atrás habíamos presentado, y quién iba a creer que yo al mirar aquel blanco y áspero papel iba a sentir tanta emoción, pues ambas partes las había ganado, pero fue enorme la sorpresa que me llevé cuando noté que me había ido mejor en el tema que poco conocía, en el tema que no había recibido por haber faltado a clase gracias a mi estado de salud… La actividad que se había diseñado para el día consistía en escribir una postal, una aburrida postal acerca de la salida pedagógica al Parque Arví, la misma salida a la que no pude ir por la razón que mencioné, por tal motivo, como ya había pasado en otras asignaturas, la temática para mí era diferente. El caso es que traté de disfrutar mucho lo que hice, y aparte de querer ayudar a las muchachas también hice lo posible por integrar los conocimientos adquiridos en el Colombo, ya que obviamente quería demostrar que todo no ha sido una bobada, que no ha sido tiempo perdido y que todo el esfuerzo ha valido la pena. Para mayor satisfacción quise además escribir con colores, ya que considero que esto es parte fundamental de la vida.

La clase siguiente fue la de doña Nery, nos tocaba religión, pero ¿qué gracia? hacía más o menos un mes no recibíamos clase con ella, y la vez que lo hacíamos no “aprendíamos”, no nos alegrábamos o no encontrábamos lo positivo, porque ¿qué sentido tenía que últimamente se hubiera acostumbrado a exigirnos tanto pero darnos tan poco? es lo que siempre he dicho, esto es un proceso de parte y parte, yo supongo que el objetivo es que ambos polos puedan ganar. El caso, nadie hizo la tarea, la tarea que no sabíamos que existía, y para colmo las decepciones de Nery aumentaron más.

El descanso sí que fue productivo, ya el frío se había ido, en el cielo una gran bola de fuego hacía encender el colegio, y no me refiero solo a la luz que nos llegaba, sino que pude sentir que por dentro se me encendía una llamita, una llamita de amor y de felicidad que me hacía ver cada día desde un punto mejor y sentir verdaderas ganas de vivir. Estaba yo con la Rojita abajo, al lado de la cancha, y un balón de voley bastó para hacerme desbordar mil sonrisas, sabía que con deporte podría liberar todo mi estrés. Y toques iban, toques venían, personas iban, personas venían, pero en su mayoría estaba la alegría, también ella jugaba con nosotros, también ella iba y venía de lado a lado siguiendo el balón y posándose sobre nosotros para hacernos sentir finalmente plenos.

Qué lástima, no todo puede ser bueno, seguía clase de matemáticas y ya estaba un poco tarde, mi único temor era no llegar a tiempo. Pero tampoco todo puede ser malo, corrí demasiado para poder llegar a clase puntual y por suerte la profesora no había llegado. Tomé asiento y traté de respirar para liberar mi mente. La docente llegó, la clase comenzó; identidades, quién iba a creer que este sería un tema tan complicado, pero que nos uniría tanto a los mismos de siempre. La cogimos fue en el aire, en determinado momento hasta nos peleamos por tomar el marcador y escribir soluciones en el tablero, una forma muy productiva de hacer que todos entendiéramos, pero… Acontece que casualmente a la profesora le “dio un dolor en la mano” y esto le impidió poder colocar buenas notas en la planilla; pero al menos quedó la satisfacción de que se aprendió y de que también se compartió y se disfrutó.

Por último biología, un profesor bonito y por mi parte para la clase poca disposición, pero aun así estuve, escuché las exposiciones, tomé notas y/e hice preguntas relacionadas con los temas, muchos compuestos, muchos gases y muchos elementos, pero más que nada ansias de que fuera la 1:00 pm, hora de salir y tomar la ruta que me llevaba al Colombo, un lugar donde sin necesidad de crónicas podía contar mi día y ser yo.